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ANTROPOLOGÍA URBANA: UNA BREVE INTRODUCCIÓN

Foto del escritor: Esteban SánchezEsteban Sánchez

Actualizado: 5 ago 2020


Esteban Landeras Sánchez

Universidad Nacional de Trujillo – Especialidad de Antropología

Trujillo, 22 de julio del 2020




Si la Antropología se ha especializado en generar estudios sobre el mundo rural, es porque tuvo que apartarse de las grandes ciudades y establecer teorías universales en base a estos datos. Sin embargo, cuando el campo de estudio se trasladó al complejo mundo urbano, y por ende al estudio del capitalismo, esta empezó el camino hacia el estudio de la modernidad. El doble reto era muy sencillo: repensar la diversidad sociocultural en contextos espacialmente cortos, y donde las relaciones sociales no se extendían en la historia; crear nuevos conceptos y técnicas, que en principio fueron pensadas para comunidades pequeñas, tribales o campesinas.

Lo fundamental para la Antropología Urbana, es fundamental para la Antropología en general, es decir, la preocupación central por el otro y por los otros. El desafío estaba en interpretar que aquel ya no está territorialmente alejado de la ciudad, y es en esta que se constituye un multiculturalismo que da forma y color a la ciudad en la que habitan los etnógrafos y etnólogos.

A grosso modo, podemos establecer que el origen de la investigación urbana antropológica se da entre los 60’s y 70’s. Es aquí donde se presenta por primera vez el nombre de antropología urbana. Pero para que encuentre una base institucional sólida dentro de la academia plagada de etnohistoriadores, culturalistas y etnólogos estructuralistas, las escuelas de Chicago y Manchester tuvieron que iniciar ciertos cambios en los objetos de estudio de la ciencia antropológica, que para ellos debían realizarse en pro de una nueva rama. Así, los distintos estudios etnográficos de la ciudad sobre las prácticas culturales, la desigualdad y la formación de islas o guettos urbanos en plena postguerra, llevaron a escuelas de pensamiento y enfoques sobre la urbanización muy parecidos al clásico rural, en primera instancia.

Debido a ello, una antropología en la ciudad y de la ciudad iba formándose en paralelo, pero también interactuando entre sí pese a las frecuentes ignorancias mutuas y a los notables desequilibrios existentes entre ellas. Lo que sí se puede definir es que una antropología de la urbanización sincrónica y diacrónicamente, efectuó un interés común que pronto se convirtió en las primeras teorizaciones sobre la ciudad: la aculturación. Vista como una forma de contactos entre culturas, la ocupación por la interacción social entre distintos grupos culturales dentro de un espacio, representa la máxima innovación en materia epistemológica sobre la antropología en general. Podríamos decir que nunca la Antropología Urbana pudo tener un interés tan estable en sus 60 años de formación. Mientras la Escuela de Chicago se ocupaba de la migración como patrones de aculturación, la Escuela de Manchester lo hacían en las colonias africanas, a través de la visión de dominación y transformación de las identidades.

Pero la tendencia de estudiar al otro, como lo distinto al investigador, continúa hasta nuestros días. Si antes existía esa diferenciación intelectual entre el etic y el emic, ahora la diferencia era social, ya que el antropólogo era parte de una institución social como también el migrante o el colonizado moderno que estudiaba. La forma ética de ver esta relación traerá serios problemas de interpretación sobre los datos obtenidos en estudios de identidad, transculturación, adaptabilidad, entre otros. Sin embargo, es la Escuela de Manchester la que sí consideraba esto a nivel teórico, ya que propuso que las costumbres vistas como conductas aplicadas en un determinado momento, cambiaban de sentido y prontamente de forma. Esta consciencia de la transportación del símbolo de lo rural a lo urbano, trajo una serie de debates estructurales, donde no existió una forma más lógica de abordarlo que con la sociología de Lefebvre, ya que la antropología estructural no podría funcionar fuera de un campo como el nativo y/o ontológico.

Si establecemos que la gran adaptabilidad de la antropología al estudio urbano es la forma de entender a la sociedad moderna a través de la observación participante, entenderemos qué tan importante fue la intromisión antropológica en un campo que gobiernaba la sociología, hasta el punto de traspasar, de una ciencia a otra, la epistemología inductiva, ante el fetiche de la interpretación histórica. Así pues, es la etnografía el aporte significativo al estudio de la ciudad y dentro de la ciudad. Con ella hemos podido averiguar mejor sobre los profundos procesos de transformación que marchan en cualquier ciudad: multiculturalismo, segregación y glocalidad (lo global en lo local). Estos hechos constantemente transforman las endebles relaciones entre sujetos, manteniendo el tipo social perenne: relaciones laborales; relaciones de estado-sociedad; relaciones artísticas; relaciones de tráfico; relaciones comerciales; relaciones institucionales; entre otras. Es la movilidad de los actores lo que la antropología urbana tratará de describir, en base a lo que la sociología considera estático, en pleno fin de siglo XX.

Si miramos las últimas dos décadas del siglo XX, los retos propuestos ya habían sido resueltos por la importancia que la etnografía tuvo en los estudios urbanos. Por supuesto que esto trajo consigo una inundación de investigaciones etnográficas tanto de sociología como antropología. Las propuestas de Chicago y Manchester empezaban a quedar sin validez, ya que se convirtieron en teoría de antropología, o sea algo criticable. Aunque las propuestas para seguir analizando la marginalidad y su formación en la estratificación social eran sumamente importantes en tiempos de supercapitalismo globalizante, los estudios dentro de la ciudad empezaron a solicitar nuevos planteamientos, de los cuales se destacan tres: análisis de redes, análisis situacional y los enfoques “desde adentro” y “desde arriba”. La influencia de un neomarxismo y un posmodernismo que criticaba todo sesgo teórico en la academia, dio paso a estos 3 planteamientos que cumplían con la misión de proponer nuevas formas de ver a la ciudad, a través del hombre o para el hombre.

Si miramos a la antropología urbana desde estos últimos 3 enfoques, encontraremos confusión sobre la propuesta de entender la sociedad a través de la interpretación. Y en realidad, lo que sugiere esta etapa de no teorización, es generar mecanismos de análisis en base a una realidad mundial. La era de la informática y la era de globalización totalizante nos traen otros asuntos para repensar la urbanidad. Si bien no podemos negar la desigualdad y multiculturalismo, esto sigue siendo un asunto aún sin terminar, ya que cambia por cada década, así como los asuntos de aculturación y construcción de una esfera de institucionalidad constante frente al antagonismo del desorden y la sobrevivencia en plena era de la super-vivencia; los nuevos retos están en poner a estos dos últimos en un plan más general. Y es que de nada sirve estudiar a una ciudad como apartada al mundo que pertenece. Empero, no es justo negar a la tradicionalidad de la antropología urbana. Todos coinciden en una genealogía que ha ido abriéndose paso hasta no existir barreras con las demás ciencias que estudian la urbanidad.

En el fondo, la propuesta sigue: ya sea con un enfoque tradicional o interpretativo. Lo que importa a la antropología urbana será siempre el multiculturalismo y la transnacionalidad, y por ende la globalización. En definitiva, el campo de investigación será la ciudad, pero véase esta última como una característica de una modernidad compleja, y por ello se debe establecer siempre en la investigación que ciudad no es ya un espacio físico, sino un hecho del hombre. Paso seguido, preguntarse: ¿qué es la ciudad? ¿dónde realmente se encuentra?


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