Esteban Landeras Sánchez
Universidad Nacional de Trujillo- Especialidad de Antropología
Trujillo, 2020
En la transposición del método etnográfico de las sociedades “simples” a las “complejas”, los antropólogos persistieron, hasta con cierta obstinación, en la “tradición” de la disciplina: el estudio etnográfico del “otro”. Y, ¿quiénes son los otros? Para responder aquello, primero se inicia la búsqueda de comunidades, subculturas, sociedades pequeñas y autocontenidas en los distintos espacios de divergencia urbana. Y es que el “otro” no tenía una conceptualización establece. Era importante redondear en ello, y crear estrategias urgentes para su definición.
Los antropólogos urbanos de Chicago se posicionaron dentro de los espacios urbanos para delimitar qué y quiénes eran las comunidades, subculturas o pequeños “enclaves”, con los que se fantaseaba y mitificaba. Aún hoy se pueden encontrar investigaciones sobre aquellos grupos creados por el imaginario sociológico del etnógrafo urbano. La tarea era simple: buscar lo auténtico. Podemos definir dos cuestiones etnográficas según lo planteado: la expansión de los antropólogos por distintos espacios (territorios o lugares), y grupos sociales en busca de lo auténtico; y la contribución de los antropólogos urbanos en crear la noción de “lugar marginal” o “zona periférica”, con las cuales contextualiza la estratificación social a través de la construcción de categorías sociológicas alimentadas por la etnografía de lo pobre o marginal (favelas, asentamientos humanos, villa, sujetos de aquellos lugares, entre otros). Debido a la intención de interpretar a la ciudad como una gran aldea urbana, donde converge el multiculturalismo, la antropología urbana constituyó a la ciudad como su objeto de estudio. Sin embargo, trasladar el objeto de estudio o buscar las mismas categorías en un espacio diferente, trae a discusión una realidad metodológica: la etnicidad y la pobreza son fenómenos típicos de la ciudad. Sin embargo, al ser esto invención de los antropólogos, podemos establecer la diferencia entre típico-auténtico o fenómeno de ciudad, así como el pensamiento antropológico en realidades urbanas.
La transformación de la antropología urbana es aquel cambio de paradigma etnográfico: si antes se veía a la ciudad como el pleno pensamiento antropológico extendido y flexible, en la etapa postmoderna la mirada hacia la ciudad no necesariamente es la atención de problemas universales del hombre, ya que esta presenta sus propios desafíos. Es claramente pasar de una antropología de la ciudad a una antropología en la ciudad. Este cambio, aparentemente influenciado por un marxismo espacial promocionado por Lefebvre, nos indica que las ciudades son el resultado de diferentes formas de apropiarse, y por ello existirán distintas ciudades. Podríamos decir que esta concepción de estudiar la ciudad fue la crisis hegemónica de la Escuela de Chicago y la Escuela de Manchester.
Las nuevas tendencias, como “análisis de redes” o “el enfoque desde arriba y desde adentro”, continúan con la tradicionalidad de buscar construir “el otro”, pero no con la mirada funcionalista o positivista de los primeros antropólogos, sino bajo el pragmatismo territorial de la pobreza. Es el antropólogo urbano de finales del siglo XX un antropólogo de la pobreza, presididos por impresionantes investigaciones como los de Oscar Lewis y su cultura de la pobreza o del sociólogo Pierre Bourdieu con sus estudios sobre los migrantes argelinos en las ciudades francesas.
Para entender la etnografía de la urbanidad debemos tratar de conceptualizar o sistematizar la idea de ciudad. La ciudad se puede entender como una síntesis privilegiada de la geografía y la historia, de las relaciones sociales de individuos y colectividades, del juego de las relaciones políticas y económicas y de la trama de las producciones culturales. En ella se desarrolla lo local o nacional, y en los últimos tiempos, lo mundial. Estas distintas categorías de observación la podemos encontrar en una diversidad cultural manifestada por la reflexividad de grupos e individuos que aplican su propia lógica sobre los procesos y organización de fenómenos sociales. Entonces, la ciudad se manifiesta ante el etnógrafo como un laboratorio vivo y complejo, donde la contradicción será la principal cara ante el conocimiento: democracia/tiranía; igualdad/distinción; la ordenación extremada/la anomia.
La ciudad postmoderna será caracterizada por una desterritorialización y reterritorialización. El primero hace referencia al peligro constante que padecen los vínculos y el apego dentro de una ciudad: relaciones laborales; relaciones amicales o de socialización; relaciones académicas; relaciones de movilidad; entre otras. El segundo nos indica que siempre crearemos nuevas formas y combinaciones de identidad territorial: cada espacio social construye relaciones sostenidas en el tiempo, pero sin la necesidad de mantener los mismos sujetos. Del mismo modo, la implosión de la ciudad nos indica que en el interior de cada ciudad se tiende a contener una complejidad de espacios culturales que dan paso a las configuraciones espacial según cada tipo o fenómeno social. Y es evidente que, con aquella característica, aparece la explosión de las ciudades a nivel global, ya que el mundo entero está en un proceso de urbanización constante, con economías basadas en la ciudad y políticas dirigidas a lo urbano. Podemos decir que el objeto de estudio que se antepone a la etnografía urbana es un producto intensificado del proceso de globalización.
Si el espacio social se construye en las relaciones sociales y los fenómenos que obedecen estas, es lógico pensar que una etnografía de la ciudad o de lo urbano observa a la ciudad como aquellos territorios y procesos globalizantes. Habíamos dicho anteriormente que el fin de los planteamientos teóricos de la Escuela de Manchester y Chicago se debió a que buscan construir al “otro”, siguiendo la tradicionalidad etnográfica. Sin embargo, se ha ido mutando este tipo de intervenciones, y ahora tenemos enfoques y métodos muy interesantes ligados a la construcción del espacio. Junto con el enfoque desde “arriba” y desde “dentro” y el enfoque de “análisis de redes”, podemos encontrar el método progresivo-regresivo. Si ambos enfoques nos invitan a mirar a los grupos sociales o fenómenos socioculturales dentro de una ciudad, como un componente más de un mosaico de difusión e interculturalidad, el método nos indica que debemos usar el presente para llegar al origen del asunto.
El método progresivo-regresivo evoca la tarea de la filosofía de someter a lo que se piensa y lo que existe, como un procedimiento de devenir. Este enfoque se convertirá en intervención, protagonizado por el situacionismo del presente al pasado (el despliegue, el proceso y la ruptura), altamente relacionado a su análisis espacial. Bajo esta línea, se logra llegar a la conclusión que la multiplicidad es la base de la crisis urbanista, entendiendo lo urbano como un espacio que forma parte de explosión y reorganización. En base a ello, se interpreta fundamentos de la física: fuerza secuencial e interrumpida (lo vertical y horizontal), como estrategia para entender el presente y su pasado, así como la reacción entre ellos.
Si proponemos un enfoque de la ciudad desde “arriba” y desde “dentro” para mirar la pobreza, desigualdad, religiosidad, economías subalternas, entre otros temas; podemos estudiar, por ejemplo, grupos sociales que manejan una economía subalterna ambulante o artesanal dentro de una ciudad. Evidentemente estamos analizando fenómenos que suceden en todas las ciudades, y que es un efecto inmediato del modelo económico y político globalizante. Entonces, si buscamos construir una investigación de lo urbano sin caer en un análisis mundial, debemos empezar desde “adentro”, describiendo e interpretando las distintas situaciones que podemos encontrar de los grupos sociales dentro del espacio urbano. Se hace una lista de códigos y categorías para poder recoger información de campo o bibliográfica sobre los grupos sociales y el fenómeno. La meta es producir una descripción asertiva para analizarla en la historia. Así, iremos conjugando un fenómeno que puede expresarse en términos particulares, para describir la situación en general. Esto es el despliegue. No nos centraremos en los casos recogidos, sino en su composición sociológica que ayudará a componer el fenómeno de la economía subalterna ambulante o artesanal. Pensemos ya en el proceso. La triangulación que nos evoca el método progresivo-regresivo busca describir cómo las situaciones complejas que hemos encontrado en el análisis situacional han ido transformándose en el tiempo. Para ello, debemos incorporar datos estadísticos e históricos sobre el análisis, lo que nos llevará a esa transformación que la globalización produjo en los grupos sociales y el fenómeno mismo. Deberíamos en este punto llegar a la ruptura.
Ahora bien, si es nuestro interés desarrollar la investigación a través del enfoque de “análisis de redes”, debemos concentrar nuestra etnografía situacional a la formación de grupos sociales y la constitución de intercambios y relaciones, los cuales construyen espacios sociales de transfuguismo y exploración de posibilidades. La economía subalterna ambulante o artesanal, construye una seria de relaciones económicas y políticas, y se constituyen en agrupaciones o corporaciones que manejan una gran red de información sobre el mercado en que se basan. El método progresivo-regresivo se deberá centrar en la constitución de las redes de intercambios y las agrupaciones políticas que construirán el espacio todo el tiempo, a través de los datos estadísticos e históricos, reconociendo las rupturas y transformaciones que llevaron aquella red a lo que es. Por lo tanto, el interés de una investigación de la ciudad es reconocer el fenómeno inscrito en la globalización, a través de la descripción densa de los grupos y su territorio dentro de la ciudad.
El etnógrafo o antropólogo que ha ido al campo y se ha quedado períodos prolongados de tiempo, ha logrado experimental en el ámbito personal, íntimo, aquello que ha formado su propia biografía. La etnografía en la ciudad está muy ligada a ese “yo” etnográfico, que no es otra cosa que la personalidad que en confrontación experimental con el “otros” se va haciendo. El observador deberá entender que su misión es hacerse inteligible, tan igual que en una frondosa comunidad nativa o campesina, pero con la consigna que la incorporación de la observación participante es su propia modernidad. El miedo de ir como antropólogo se disipará al entender que es uno más, que no lo observarán por ser investigador, sino lo ignorarán por serlo. De todos modos, gente extraña aparece todo el tiempo. Podríamos decir que el investigador debe destruir su “no lugar”, es decir, su ignorancia sobre el espacio social que tiene enfrente. Observar y participar se convierte en algo sumamente complejo, pero a medida que el investigador empieza a recoger la información, el “no lugar” se convertirá en un “lugar”, donde el etnógrafo será uno más, creándose una identidad propia.
Para realizar una observación participante en la ciudad, debemos entender que esta no atiende sólo al rigor y exactitud de las anotaciones o registros, sino que desencadena la imaginación. Los acontecimientos, las relaciones sociales y el código del espacio es la forma en cómo describiremos el espacio. A esto podemos decirle sintaxis urbana, construida y reconstruida por un proceso histórico que buscaremos descubrir a través de la historia de la gente, la imaginación del autor y la historia urbana registrada. El investigador tiene la oportunidad de hacer historiografía urbana, de crear las historias de los espacios sociales. Y para ello, encontramos una excelente forma de hacer etnografía a través de la trialéctica. Siempre conjugando la descripción con los espacios percibidos (lo que observamos y participamos), los espacios concebidos (lo que podemos interpretar a través de las reglas sociales y políticas) y los espacios vividos (la historia que buscamos construir a través de la profundidad del espacio en las personas). Una historia construida por la misma etnografía, tan igual que la etnohistoria en las comunidades no occidentales. Ya sea para construir un tema de investigación o explotar la historia de los espacios particulares, la etnografía en la ciudad se basará en la etnografía situacional por preferencia, y utilizará el método progresivo-regresivo a partir de la descripción densa, o ayudándose de la información sobre el espacio.
El fenómeno social no será el objetivo final, sino la construcción del espacio social a través de la etnografía, modulado por el tema de investigación o los fenómenos globalizados. Si es nuestro interés hacer una etnografía urbana de la economía subalterna ambulante o tradicional, buscaremos construir el espacio en base a la trialéctica con técnicas ya conocidas: historias de vida; descripción densa; interpretación de acontecimiento; poética del código; entre otros. Es un paradigma que sirve para una investigación formalista o para la construcción de nuevos conocimientos dentro de la academia. Y para ello, la red de informantes y el análisis de aquella red es fundamental para asegurar la fiabilidad de la investigación. Es preciso investigar documentalmente antes de ir al campo, para contextualizar ciertos hechos, y también al terminar las salidas de campo. Y es que la investigación histórica será imprescindible para esta empresa, y es crucial realizarla con fuentes de primera y segunda mano.
Podemos concluir que, para un interés más ambicioso, si queremos construir una investigación urbana contemporánea, debemos tener en cuenta ambos paradigmas: etnografía de la ciudad y en la ciudad. Crear guías etnográficas y de observación que se conjuguen las técnicas, enfoques y el método progresivo-regresivo, guiado por un tema de investigación basado en procesos globalizantes. La misión es seguir describiendo la ciudad, adaptando nuestros recursos análogamente a la constante transformación y ruptura de las personas y sus espacios.
Referencias Bibliográficas
- Cucó; J. (2015). Antropología Urbana. Barcelona: Planeta S.A.
- Lacarrieu, M.; Florencia, M. (2009). Miradas antropológicas de la ciudad: desafíos y nuevos problemas. Cuadernos de Antropología Social. n° 30, pp. 7-16.
- Lefebvre, H. (2013). La producción del Espacio. Madrid: Capitan Swing. - Mairal, G. (2000). Una exploración etnográfica del espacio urbano. Revista de Antropología Social. n° 9, pp. 177-191.
Muy interesante los articulos!, saludos!